Teoría queer, ni hombres, ni mujeres

Los seguidores de la teoría queer son aquellos que, en su lucha contra el género, se declaran transexuales y pansexuales ante el mundo.

Si buscamos la palabra “queer” en un diccionario de inglés, la definición más generalizada que encontraremos es la de “raro”. Esta palabra es la que designa al “Movimiento Queer”, que apareció en los años noventa en Estados Unidos. La base que sostienen sus militantes es que no existe una división del mundo entre hombres y mujeres, ni entre homosexuales y heterosexuales, ya que estos conceptos no son, para ellos, cuestiones biológicas, sino construcciones sociales, que se basan en patrones bipolares heterosexualizados, entre los cuales no se definen. De esta manera, tal como la palabra queer define, se encuentran fuera de la norma. Se trata, más que de una lucha en contra de la biología, de una lucha política contra los estigmas que acarrean los problemas de género, de identidad y de orientación sexual, por lo que esta forma de romper moldes, entiende que da más libertad al individuo para no sentirse encasillado en el hombre o la mujer que debería ser, o que la sociedad actual, le obliga a ser. Por ello también abordan cuestiones como la raza o la clase social, y todo lo que se base en patrones preestablecidos en la creación de la identidad del individuo.

Por supuesto esta teoría tiene sus grandes seguidores y sus grandes detractores. Para la mayoría de los sexólogos, cuestiones políticas y de roles de género opresivos aparte, la persona siempre tiende a identificarse a si misma como hombre o mujer, coincida esta identidad sexual o no con su identidad biológica asignada al nacer, ya que todos somos seres sexuados. Los defensores de la teoría queer, sin embargo, están más cercanos a ideas de transgénero, es decir, la capacidad de asignarse uno a si mismo una identidad sexual, sea esta como hombre, mujer, ambos o ninguno. De la misma manera, serían más defensores de una orientación sexual basada en la pansexualidad, es decir, la atracción estética, romántica o sexual por otras personas independientemente del sexo y género de las mismas. Para ello, una de sus estrategias, en ocasiones, es la de jugar con la parodia, exageración o confusión de los roles de género.

Este tipo de teorías en contra de la identidad sexual como hombre o mujer tienen también su hueco en España, sobre todo representadas en la personalidad de Beatriz Preciado. Se trata de una filósofa burgalesa, con una formación académica en gran parte estadounidense, que luego ha aplicado en su oficio como profesora universitaria de historia política del cuerpo y teoría del género en París. Fue precisamente en París donde Preciado escribió su libro “Testo Yonqui”, donde relata en forma de diario su experiencia al someterse a un autoexperimento al administrarse testosterona, con el objetivo de demostrar como no existe un sexo determinado por factores biológicos, sino que este se construye. De la misma manera, en diversas entrevistas mantenidas con la prensa, Beatriz Preciado explica como ella diferencia entre el sexo que se le asigna al nacer, es decir, biomujer, y el género que se le asigna alguien a sí mismo, por ejemplo, el de tecnomujer. Otro de sus textos de referencia para la teoría queer, es el conocido “Manifiesto-Contra sexual”, en el que afirma que  “el deseo, la excitación sexual y el orgasmo, no son sino los productos retrospectivos de cierta tecnología sexual que identifica los órganos reproductivos como órganos sexuales, en detrimento de la totalidad del cuerpo”.

Sea como fuere, esta teoría intenta desmontar patrones establecidos, y pretende que sea el propio individuo el que profundice sobre su sexualidad y su identidad. Más allá de las luchas políticas y culturales, por las que aboga este movimiento, y las ideologías con las que se puede estar o no de acuerdo, reflexionar sobre la persona que se es, y no la persona que la sociedad nos marca ser, puede ser un pensamiento que nos abra caminos.

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